El expresidente de la República y asesor presidencial, Manuel Zelaya Rosales, participó en el aniversario del nacimiento del presidente venezolano Hugo Chávez Frías en la ciudad de Caracas, para conmemorar su legado histórico de lucha contra el imperialismo.
El expresidente hondureño visitó junto a la diputada y presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Congreso Nacional, Xiomara Hortencia Zelaya Castro, el Museo Histórico Militar de la capital venezolana, lugar de sepelio de Chávez Frías.
“Asistimos en Caracas al aniversario de nacimiento del Presidente Hugo Chávez Frías y su legado histórico de lucha contra el imperialismo, y el cruel modelo de explotación, Neoliberal, que ha corrompido las élites económicas y empobrecido los pueblos de América Latina y El Caribe”, escribió Zelaya en su cuenta de Twitter.
Cabe mencionar que, Hugo Chávez nació un 28 de julio, pero de 1954 en Sabaneta, Estado Barinas, fue un líder enorme de la Patria Grande; un digno discípulo de Bolívar y por su capacidad didáctica aventajado alumno del gran educador del Libertador, Simón Rodríguez.
Con él, la historia venezolana y de gran parte de nuestra América abre un nuevo capítulo. La larga marcha iniciada casi exactamente un año antes del nacimiento de Chávez con el asalto al Moncada, el 26 de Julio de 1953, y que luego tuviera como sus hitos fundamentales la guerrilla de Sierra Maestra y el triunfo de la Revolución Cubana.
La marcha recibió un impulso decisivo cuando Chávez asumió la presidencia de Venezuela y se convirtió en el Gran Mariscal de Campo que, con su visión de águila, Fidel Castro había descubierto cuando la izquierda latinoamericana no daba un cinco por el de Sabaneta.
Como estratega continental, acertó en su elección porque cumplió con creces esa función en la crucial batalla librada contra el ALCA en Mar del Plata, en noviembre del 2005. Batalla que marcaría un hito en nuestra larga e inconclusa marcha por la segunda y definitiva Independencia de nuestra América.
Chávez, como Bolívar, vivirá eternamente en el corazón de nuestros pueblos. Fue un líder extraordinario, pero, por sobre todas las cosas, una buena persona, un hombre honrado, transparente y profundamente humano: inteligente como pocos, amigo fidelísimo, dotado de un fino sentido del humor; lector insaciable y apasionado al punto tal que sólo Fidel Castro se le compara en este punto; dueño de una memoria fabulosa capaz de recitar poesías y cantar sin parar hasta el amanecer.